CENIZAS DE LA LUNA – XIA RUNNEL
RESUMEN
Mael, un espĂritu errante, solo desea conocer lo que los humanos llaman amor y Celina solo quiere huir de aquellos que dicen amarla. Es la Ăşltima noche del milenio y sus caminos se cruzan cambiando para siempre su destino.
CAPĂŤTULO 8
Celina cree que ha pasado un tiempo razonable y se excusa con los invitados que aún quedan; se despide de sus padres y su futuro esposo, que parece más felices que nunca.
Y en compañĂa de su madre se dirige hacia el elevador, sube al Ăşltimo piso donde se encuentra el departamento de su familia. Eliz habla sin cesar sobre los detalles de la fiesta, sobre los invitados y lo que usará; está tan alegre que no parece darse cuenta de que su hija no ha hablado desde hace horas.
Celina ha sellado sus labios, no se cree capaz de decir una palabra sin romper en llanto; camina recta y pensando en cada movimiento que realiza. Delicado y suave, como el ballet le ha enseñado.
Cuando finalmente llega a su habitación, su madre cierra la puerta a sus espaldas, deseándole buena noche y ella solo asiente.
Celina observa la que ha sido su habitaciĂłn durante toda su vida, por la decoraciĂłn podrĂa parecer el cuarto de una chica de doce años. Está repleta de objetos relacionados con el ballet, en tonos pastel, una pared con un espejo de techo a piso y barra de ejercicios donde practica a diario; y hermosas fotos de su familia; todas de estudio donde se muestra a su padre, su madre, su media hermana y ella misma representando a la “familia feliz”.
Sin embargo, cada vez que las ve, recuerda el dĂa en que descubriĂł por primera vez que su madre tenĂa una aventura, que en esa ocasiĂłn era el que fotografiĂł aquellas imágenes; y no ha sido la Ăşltima.
Celina siente un nudo en el estĂłmago, que la garganta se le cierra. No puede respirar, de pronto el vestido que lleva parece asfixiarla. Trata de quitárselo y el proceso lo rompe en algunas costuras. Aunque ya no tiene la vestimenta, sigue con náuseas, asĂ que corre al baño de su habitaciĂłn, y tarda más en levantar la tapa del escusado, que en sacar todo lo que ha comido y bebido esa noche. Al terminar, se recuesta en el piso del baño; está tan limpio que parece nunca haber sido usado. AhĂ, tirada sobre el frĂo azulejo, por fin rompe a llorar, tan fuerte que cree que en cualquier momento alguien entrará a ver quĂ© le sucede, pero nadie acude en su ayuda. Está sola.
Al cabo de unas horas y cuando siente que ya no puede llorar más, trata de serenarse, haciendo respiraciones profundas. Piensa en las posibilidades, lo que aĂşn puede hacer para arreglar todo el asunto. TenĂa que idear un plan.
No, ya tenĂa un plan, mucho antes de que todo esto pasara. Ella tenĂa un plan. Solo que tendrá que ponerlo en marcha antes de lo esperado.
Celina se pone en pie y decide llevar a cabo aquello que ha planeado desde hace meses y soñado por años. Sale del baño, y va directo a su armario, donde tiene escondido su viejo baúl de muñecos y dentro una maleta pequeña. Revisa que tiene todo lo que debe llevarse consigo, incluido el efectivo que ha recibido de la abuela de Cameron. Pensar en “el atuendo de la noche de bodas” le revuelve de nuevo el estómago, asà que aleja ese pensamiento; y se cambia de ropa
Sabe que sus padres seguirán por lo menos unas horas más en la fiesta, por lo menos hasta que se vayan todos los invitados. Regresa al baño y se lava la cara. Al mirarse en el espejo, se da cuenta de que tiene un aspecto horrible, tiene los ojos hinchados, pero no puede hacer nada por ahora. Por último, se peina en una coleta alta.
Regresa a su habitación y espera, hasta que dan las seis de la mañana. La espera casi la hice dudar; pero cuando el reloj marca la hora, toma un abrigo azul y su pequeño morral. Mira por última vez la que ha sido su habitación.
Todo el edificio está vigilado con cámaras, a excepción de las escaleras de emergencia. Se dirige a la entrada de servicio, que se cierra con una contraseña electrónica, la misma que utilizan para subir por el elevador hasta su piso. La mano le tiembla cuando introduce los números y casi presiona otra tecla, pero logra abrir la puerta sin hacer sonar la alarma.
Celina mira por la escalera, está a oscuras, cierra la puerta y, la vez que se encienden las luces, una voz se escucha llamándola.
—¿Celina? —Cameron está sentado en la escalera y parece aún más sorprendido que ella.
—¿Qué haces aqu� —pregunta ella después de lo que parece una eternidad.
—Vine a hablar contigo —Cameron la mira desde la escalera, sigue ahà sentado, muy quieto.
—No voy a hacerlo.
—¿Qué cosa?
—Casarme. No voy a casarme.
—¿Por qué?
Celina esperaba que estuviera enfadado, que tratara de convencerla; en cambio, sigue ahà sentado, mirándola.
—No estoy lista.
—¿Para qué? ¿Vivir juntos? Ya pasamos todo el tiempo juntos.
Celina sabe que tiene razĂłn, en la escuela siempre iba con Cameron. Por la tarde, si no estaba con Ă©l, tenĂa ensayos de ballet o estaba en casa.
—Podemos vivir un tiempo aquà con tus padres, si lo prefieres.
—Se supone que te irĂas a España hasta que iniciaran las clases.
—Mis planes han cambiado —dice encogiéndose de hombros, quitándole importancia.
—¿No continuarás estudiando?
—Claro. Ambos terminamos nuestros estudios —sus ojos están clavados en ella y Celina se recarga en la pared, guardando su distancia—. A menos que ya no quieras.
—Por supuesto que quiero.
—Bien —Cameron se pone en pie.
—Pero no podemos casarnos.
—¿Por qué no?
—Porque no es lo que realmente queremos. Dime la verdad, ¿por qué hiciste esto? En la fiesta de Ailed apenas si me prestaste atención y de pronto estamos brindando por un matrimonio.
—Porque hasta donde yo sé, es el paso que sigue. Hemos estado juntos tanto tiempo, que es lo más natural. ¿Por qué no quieres casarte conmigo?
—No lo sé, no quiero y ya.
—Ahora no, o ¿nunca?
Celina no puede seguir mirándolo. Cameron, no solo es su novio, han vivido tantas cosas juntos, siempre ha estado ahĂ. Es parte de su vida, como lo es su familia.
—No lo sé.
—¿Estás terminando conmigo? —Cameron luce realmente dolido.
—No, solo es tan repentino.
—Podemos aplazarlo.
—No.
—Solo dices no. Entonces dime, ¿qué es lo que sà quieres?
Celina se siente acorralada y suelta lo primero que se viene a la mente.
—Ser libre.
—¿Aqu� Es una linda jaula, Celina.
—No es una jaula.
—Claro, y por eso te escabulles.
—Solo salĂ… —Se queda sin palabras.
Cameron sabe que estaba huyendo.
—¿A dĂłnde ibas? ÂżO con quiĂ©n ibas? —pregunta, y aunque su tono es calmado, puede ver en sus ojos un fuego frĂo.
—A ningĂşn sitio —Cameron la mira con los ojos entrecerrados—. Solo querĂa alejarme.
—¿De qué? Lo tienes todo y créeme, solo te estás exponiendo. La gente sabe quién eres, quién es tu familia; y no tienes idea de los peligros que hay afuera. No quiero ni imaginar lo que puede pasarte.
—No soy tan débil como piensas.
—Y deberás ser fuerte, las cosas van a complicarse.
—¿Qué quieres decir?
—Tu padre…
—¿Mi padre?
—OlvĂdalo —dice arrepentido de haberlo mencionado—. Solo dejaremos que crean que…
—No cambies el tema —lo interrumpe y busca su mirada—. Dime la verdad, ÂżquĂ© tiene que ver mi familia en esto? —Un sudor frĂo le recorre la espina dorsal y Cameron desvĂa la mirada—. No te atrevas a mentir, Cameron, sabĂa que tenĂa algo que ver.
El chico se pone en pie y camina hacia ella pensando sus palabras.
—Me lo debes —insiste ella tensando su cuerpo contra la pared—, me involucraste en este circo y merezco saber lo que está pasando.
El chico se recarga en la pared a su lado, mira el techo. Celina solo espera a que hable y no lo dejará ir hasta saberlo todo.
—Nicolás Xamar… Bueno, tu padre llamó a mi padre, quiere un préstamo, sus negocios no van bien. La cantidad que necesita para volverse rentable de nuevo no es pequeña y, por tanto, es una inversión arriesgada.
—¿Y yo qué tengo que ver en esto?, ¿me ha vendido como una vaca? —suelta con una risa sarcástica.
—No, este negocio es más un favor a la familia. No hay ningún tipo de razón para invertir en una empresa en quiebra, más que el parentesco que pueden tener nuestras familias. Si mi padre presenta esta relación, la junta directiva le permitirá hacer uso de un fondo especial, que únicamente puede ser utilizado en una situación parecida. Sin que los inversores piensen que mi padre se ha vuelto loco y comiencen a retirarse, o busquen cómo destituirlo de su propia empresa.
—Mi padre no está en quiebra —dice Celina pensando en todos los gastos que conlleva su estilo de vida, desde la ropa que usa hasta la gran fiesta que organizaron esta noche sus padres.
—Si lo está, ya ha usado tu fideicomiso y el de tu hermana, se ha endeudado tanto que ya no es viable para su empresa.
—Puede pedir un préstamo, hay otras instituciones bancarias.
—SĂ, pero su Ăşnico aval siempre ha sido tu abuelo, asĂ que no hay garantĂas de que ese dinero sea devuelto. Lo ha perdido todo, las propiedades y bienes han sido confiscados por sus acreedores. Excepto este condominio, que en realidad pertenece a tu abuelo.
—¿Cómo sabes todo eso? —dice y mira al chico con ojos diferentes, por cómo le ha ocultado esto—. ¿Y desde cuándo lo sabes?
—Lo del prĂ©stamo desde hace unas horas. Que la empresa de tu padre está en ruina desde hace algunos meses. EscuchĂ© una conversaciĂłn, cuando estaba esperando a mi padre, un sujeto que querĂa aprovecharse de su situaciĂłn. Obviamente, le dije a tu padre, aunque me dijo que estaba mal informado. Pero es cierto, las acciones en la bolsa no mienten.
—¿Y tu padre qué gana con esto? No veo cómo esto pueda importarle —pregunta, pues conoce a Salomón Barragán de toda la vida.
—El prestigio de estar aliado a los Xamar —dice Cameron y se pasa la mano por el cabello—. EspecĂficamente, los negocios de tu abuelo, Rafael Xamar se han mantenido estable por dĂ©cadas. Sabes que mi familia es lo que llaman “nuevos ricos” y nadie meterĂa las manos al fuego por mi padre. No tiene el prestigio que tiene tu familia. TĂş lo has visto, todos vinieron a la fiesta, no por tu padre sino porque pensaban hablar con Rafael Xamar.
—¿Tu padre hará negocios con mi abuelo solo porque nos casamos?
—No, aunque hay una posibilidad mayor de que esté dispuesto a negociar con el suegro de su nieta, supongo. En realidad, solo comenzará a asociarse en la mente de la gente a la familia Barragán con Rafael Xamar.
—Qué pedazo de mierda.
—SĂ, lo sĂ©.
—Aun asĂ, no voy a casarme contigo. No puedo creer que accedieras a formar parte de esta estupidez.
—No habĂa mucho tiempo, querĂan que se hiciera pĂşblico lo antes posible, y esta fiesta era el momento adecuado.
—Claro, qué conveniente.
Cameron se inclina un poco y su tono se vuelve un susurro.
—Y antes de explicarme la situación en la que está tu familia, mi padre me hizo una sola pregunta: ¿Amas a Celina tanto como para casarte con ella?
—¿Y qué le dijiste?
—Que llevo cargando este anillo desde que mi madre me lo dio —El chico toma la cadena que lleva en el cuello —sabiendo que algĂşn dĂa te lo darĂa a ti.
Cameron le muestra la argolla que cuelga al final de la cadena y que ha visto por años atada a su cuello, tanto que son parte de él. El chico desabrocha la cadena para dejar libre el anillo.
—QuerĂa esperar hasta tu cumpleaños, pero nada sale como espero —sonrĂe y luego clava sus ojos en ella—. Celina, podrĂa ofrecerte riquezas, pero son banalidades.
El chico toma su mano.
— PodrĂa ofrecerte mi amor, pero lo has tenido siempre. En cambio, te ofrezco lo que sĂ© que más anhelas; te prometo que sĂ te casas conmigo. Si decides vivir a mi lado, lo harás en libertad.
Cameron coloca el anillo sobre su dedo, aquel que indica que ha hecho una promesa.
—Conoces la pregunta —el chico le besa la mano justo donde descansa la argolla—, y creo conocer la respuesta, pero solo tú puedes decirlo.
Celina mira los ojos de Cameron, aquellos que la han acompañado por tanto tiempo.