cenizas de la luna xia runnel libro portada

CENIZAS DE LA LUNA – XIA RUNNEL

RESUMEN

Mael, un espĂ­ritu errante, solo desea conocer lo que los humanos llaman amor y Celina solo quiere huir de aquellos que dicen amarla. Es la Ăşltima noche del milenio y sus caminos se cruzan cambiando para siempre su destino.

CapĂ­tulos

c1 / c2 / c3 / c4 / c5 / c6 / c7 / c8 / c9 / c10 / c11 / c12 / c13 / c14 / c15 / c16 / c17 / c18 / c19 / c20 / c21 / c22 / c23 / c24 / E /

CAPĂŤTULO 14

La brisa refresca el interior del local cuando un cliente entra a Dolce bacio. Mael limpia la entrada y a pesar de que ya pasan de las ocho de la noche, el calor lo abruma. La pastelerĂ­a tiene mucha clientela, como es costumbre; y a pesar de sentirse exhausto Mael ayuda a limpiar mesas, entregar pasteles y sacar la basura.

Los Valensi todavĂ­a le permiten quedarse en su casa, y Ă©l quiere corresponder su hospitalidad, ayuda en la pastelerĂ­a para pagar de cierta manera sus gastos. Gavin Valensi le consiguiĂł un trabajo al otro lado de la ciudad, la pastelerĂ­a no puede permitirse pagar un empleado más. AsĂ­ que Mael terminĂł como lavaplatos en un restaurante italiano, el propietario es amigo de Gavin. 

Mael trabaja muchas horas por poca paga; sin embargo, es lo mejor que podría conseguir; y le ha permitido reflexionar en su situación. Necesita encontrar la forma de volver a estar con sus hermanos, ya que no pueden simplemente haber desaparecido. Tiene claro que es él, quien había cambiado e intenta indagar en algún libro, pero resultó más complicado de lo que esperaba, necesitaba una identificación si quiere sacar algún libro de la biblioteca pública.

—Es que no tienes documentación —le dijo Enzo cuando Mael le preguntó dónde podía conseguir una identificación.

—Entonces puedes sacar unos libros para mí.

—Tampoco tengo una identificación Mael. Soy inmigrante como tú —le dijo mientras sacaba un cigarrillo de la cajetilla.

El peregrino aĂşn no habĂ­a explicado a los Valensi que no era humano y por lo que no tenĂ­a acta de nacimiento, ni seguro social, ni nada parecido. Ellos asumieron que era ilegal en el paĂ­s y era la mejor forma de explicar su situaciĂłn.

Trabajar de lavaplatos le llevaba la mayor parte del día así que solo podía ir a la biblioteca unas horas antes de que cerraran. Lo cual complicaba más su búsqueda. Había pasado una semana desde su materialización y solo había encontrado especulaciones sobre ángeles caídos, abducciones y otros sucesos parecidos; pero ningún testimonio o algo que indicara que alguno de sus hermanos había pasado por algo similar. Quizás solo había enfermado, un padecimiento que solo afectará a los peregrinos, pero no tenía cómo comprobarlo, años observando a la humanidad lo habían prevenido; si Mael se atrevía a mencionar que no era humano las consecuencias serían fatales.

En su primer dĂ­a de trabajo, Mael concluyĂł que no es humano, por lo menos no completamente. No sangraba, habĂ­a quebrado un vaso y sintiĂł como el vidrio le  cortĂł la piel, sin embargo ni una gota de sangre saliĂł de su interior. Le doliĂł la mano hasta que la herida se cerrĂł por completo, lo que tardĂł solo unos segundos, despuĂ©s no sintiĂł nada. DebĂ­a buscar respuestas pero entre el tiempo que ocupaba para dormir, viajar al trabajo, trabajar y de regreso a la pastelerĂ­a; no habĂ­a visto ningĂşn avance.

—Mael ¿cierto? —él se gira al escuchar su nombre, y tarda un instante en reconocer a la chica que tiene enfrente. Llevaba el cabello muy corto y de un intenso color rojo.

—¿Ailed? —pregunta al fin recordando su nombre.

—Bien por lo menos me recuerdas, ¿tienes un minuto? —Mael asiente y ella se da la vuelta para salir del local —¿Te importa si caminamos? No quiero volver a mi lugar favorito del mundo en un mal recuerdo —dice con media sonrisa.

—Si, claro —Amel le hace una señal a Fátima, la cajera, para informar que volvía enseguida y alcanza a Ailed quien no dice nada hasta que están a una cuadra del local.

—Primero que nada. No me da buena espina esto que está sucediendo —dice moviendo la mano como haciendo un cĂ­rculo —No entre tu y yo, sino entre Celina y tu. —Lo mira con intensidad aunque caminan por la calle que ya está menos abarrotada que al medio dĂ­a. 

—No sucede nada, no la he visto desde…

—¿Qué quieres de Celina?

—La verdad es que me vi obligado a estar en esta ciudad, no era parte de mis planes — Mael ya tenia practica en adaptar su verdad con lo que sería común para los humanos, así podían entender por lo que estaba pasando sin causar el terror de saber que era un peregrino, o lo creyeran loco.

—Entiendo, pero ¿y Celina?

—Mira perdĂ­ a mi familia. No conozco a nadie aquĂ­ y trato de volver con ellos, pero aun no sĂ© como —dice Ă©l y Alied pareciĂł comprender un poco —La noche que conocĂ­ a Celina —tan solo decir su nombre le dolĂ­a, no podĂ­a creer que la habĂ­a perdido y de una forma tan estĂşpida —asumiĂł muchas cosas y yo no la corregĂ­, porque temĂ­a que se alejara. 

—Ok —dice Ailed y se muerde el labio pensando mientras evade un bote de basura.

—Ahora se que fue peor porque de cualquier forma no quiere saber nada de mí, y lo entiendo.

Alied no lo contradice y evitaba mirarlo, pero parecĂ­a tomar nota de lo que Ă©l decĂ­a y continuĂł. 

—Así que te pido que le digas que lo lamento y tal vez podamos seguir siendo amigos —dice Mael con dolor, ahora entiende lo que es el anhelo y el deseo humano; algo que nunca había experimentado. No quiere ser solo amigo de Celina, pero menos aún desea no tenerla en su vida. Si esta es su nueva forma existencia quería disfrutarla con Celina. Alied se detiene y lo mira con seriedad.

—Hay muchas cosas que tĂş no sabes sobre ella y de lo que está viviendo, pero como su amiga solo quiero evitarle más sufrimiento —Ailed suspira y saco un papel —Estoy aquĂ­ porque ella me enviĂł. No fue idea suya sino de su abuelo. Con el que extrañamente ahora vuelve a hablarse, y quiere verte. Su abuelo, no ella —aclara al ver el entusiasmo de Mael y le da la hoja que contiene una direcciĂłn. 

—¿Por qué quiere verme?

—Al parecer le causaste una buena impresiĂłn y tiene un trabajo para ti, por obvias razones Celina no quiso venir asĂ­ que soy el mensajero. 

Mael inspecciona el papel como si pudiera encontrar ahĂ­ las respuestas.

—Solo presentate, se amable con el señor Xammar y declina su oferta, creo que serĂ­a lo más decente —dice Ailed y se cruza de brazos. 

Está claro para Mael que ella preferirĂ­a no estar involucrada en todo aquello pero lo hacĂ­a por su amiga 

—Creo que eres un buen chico, pero créeme, hay razones de peso para que olvides a Celina, y sigas con tu vida —termina mirando hacia otro lado como si la verdad pudiera salirle por los ojos.

—Ailed —dice MAel pero no continuó hasta que ella lo mira de nuevo —se que está comprometida, me lo dijo Shane —le confesó por que no quería que pensara que estaba espiando a su amiga. La hermana de Celina parecía estar empeñada en darle todos los datos más comprometedores, sobre ella.

—¿¡Qué!? ¡Bruja! —explota Ailed enfadada —¿Qué más te dijo? —y casi lo apuñala con la mirada.

—Dijo muchas cosas, pero estoy seguro que exageraba en todas de ellas. Pero lo importante es que se que no es feliz, se siente atrapada y necesita que le ayude — Ailed comienza a tener los ojos vidriosos. —Te necesita pero no sabe cómo pedir ayuda.

—Lo sé. Es como una hermana para mi sabes, y no sé como ayudarla —confiesa Ailed y una lágrima se le escurren, pero la limpia de inmediato —Me duele verla en ese maldito circo pero no puedo detenerlo —termina de decir con la voz quebrada.

—No podemos manejar a las personas Ailed y tampoco creo que tengamos la solución —y ella asiente.

—Solo puedo estar ahí para cuando me necesite —dice Ailed más tranquila — Tengo que irme, ya es tarde. Hablaré con ella y supongo que podemos seguir viniendo por unos muffins y tal vez puedan hablar —dice con una sonrisa.

—Claro, son deliciosos —Ailed le sonríe.

—Cuidate Mael —y ella camina de regreso dejándolo ahí de pie.

—Mañana habrá ofertas en donas.

—Entonces nos vemos mañana —responde aunque solo gira un poco para verlo.

Mael la sigue con la mirada y luego revisa de nuevo el papel, no tiene idea de cĂłmo llegar a esa direcciĂłn.

Cinco días después Mael se encuentra frente a una mansión en una zona exclusiva de la ciudad, ha tomado dos autobuses y caminado por una media hora para llegar hasta ahí. Tuvo que esperar hasta el día de su descanso para ir hasta aquel lugar, no podía perder su trabajo, y menos por Gavin Valensi que lo había recomendado. Después de pensarlo una vez más, Mael presionó el botón del intercomunicador, y una voz metálica respondió de inmediato.

—Buen día, el señor Xammar lo está esperando —la reja de la entrada se abre de forma automática y Mael camina por el sendero hasta llegar a la entrada. Aquella casa era enorme pero de estilo austero. Cuando llega a la puerta esta se abre y una mujer lo recibe.

—Bienvenido, sígame por favor —dice la mujer y Mael puede notar que es muy atractiva, llevaba un elegante traje negro —¿Gusta que le sirvan agua, algún refresco, café o té? — pregunta mientras caminan a través de un vestíbulo, que solo tiene un péndulo gigante que marca un ritmo lento.

—No, pero es muy amable —dice Mael y entran a una galería de enormes cuadros, donde hay sillones que invitan a contemplar las obras de arte exhibidas en la pared. Son de diversos estilos, desde lo hiperrealista hasta lo abstracto, Mael no tenía suficientes conocimientos sobre pintura como para valorar si son originales, pero seguramente no son baratos. Al terminar de cruzar aquel sitio, se da cuenta que comparten un mismo tema, la eternidad.

La mujer abre una gran puerta y revela una sala llena de libros, está muy iluminada, Mael entiende que es una colección impresionante, ha estado en muchas librerías y bibliotecas para saberlo. Hay algunas mesas repartidas en el lugar y unos cuantos sillones con sus respectivas lámparas. Y en medio de la sala hay una estatua, Mael la reconoce de inmediato, era la Victoria alada de Samotracia, aunque debe ser una copia y no la original. Entonces nota que en uno de los escritorios se encuentra sentado el abuelo de Celina.

—Pasa Mael —dice el anciano y la mujer de traje negro lo invita para que se siente frente al escritorio, y asĂ­ lo hice. 

Mael observa el escritorio que está lleno de papeles. El anciano lo mira con interés, lleva una vestimenta de tonos grises y parece esperar a que él hable primero.

—Me dijeron que quería verme —dice Mael sin más.

—¡Oh!, si claro. Hace una semana creo, nos conocimos en el cumpleaños de mi nieta —dice como recordando. —Le he pedido que te contacte, tengo un proyecto entre manos, y como te darás cuenta —dice señalando el montĂłn de papeles que tiene en el escritorio. 

—¿De qué se trata?

—Por mucho tiempo me dediquĂ© a los negocios y dejĂ© de lado muchas otras cosas que tambiĂ©n son importantes —hace una pausa para aclarar su garganta —y en los Ăşltimos meses me he ocupado de retomarlos —toma un paquete de hojas escritas a mano y se las entrega. 

Mael las hojea y ve que el color de las hojas son diferentes, de tonos amarillentos y blancas, de distinto tiempo.

—Como notarás son mis análisis sobre ciertos poemas, una labor que llevo haciendo toda mi vida aunque de forma esporádica. No solo necesito que alguien pase mis notas en un formato digital, sino que preciso que se revisen estos escritos y sean corregidos, extendidos o eliminados. Sin embargo ya mis ojos no son los de antes y no puedo hacerlo —el anciano hace una pausa mientras Mael revisa los textos, están en diferentes idiomas y parece ser un trabajo de años.

—Me gustaría proponerte este trabajo ¿Qué te parece?

—¿Por qué? Podría llamar a cualquier becario de literatura y sabría mucho más que yo, se lo aseguro —Mael y coloca de nuevo el escrito en la mesa.

—No quiero uno de esos eruditos que creen que saberlo todo, necesito alguien apasionado por la poesĂ­a y creo que no me equivoco al pensar que eres uno de nosotros —dice sonriendo como si lo hubiese atrapado tomando un dulce prohibido —TambiĂ©n mencionaste un poema que precisamente yo analice hace ya varias dĂ©cadas y no muchos son aficionados a los haikus —Mael meditaba sobre sus palabras. 

Piensa en Celina, en la peticiĂłn de Ailed y en cuanto le interesa de verdad lo que el anciano propone.

—Y siempre me guío por mis instintos, lo he hecho para los negocios y también para mis aficiones —dice extendiendo sus brazos como si abarcara toda su riqueza. —Te propongo esto, puedes venir en tus ratos libres, revisar los textos y podrás tener a tu disposición mi biblioteca personal, y aunque parezca mal que yo lo diga, es una excelente colección —se jacta y como Mael no contestaba añade — Claro que tendrás una paga, y tengo algunos amigos en el mundo editorial así que parte de las regalías tendrán que ir a tu nombre, serías el coautor —dice con una sonrisa.

Mael está acostumbrado a saber que pasa por la mente de la gente pero en este caso está perdido, no sabe si aquel hombre está siendo sincero pero tampoco le parece una mala oferta. Quizás con el tiempo podría volver a ver a Celina, y explicarle las razones que le han llevado aceptar la oferta de su abuelo.

No podĂ­a dejar su trabajo por los Valensi, pero no serĂ­a suficiente para dejar de vivir con ellos, si algo habĂ­a aprendido de su nueva vida, es que el dinero es necesario.

—O dime Âżque tengo que darte para que aceptes? Solo pĂ­delo y verĂ© que se puede hacer —dice seguro que puede solucionarlo. 

Mael sabe que es una necedad no aceptar su oferta, asĂ­ que medita sobre lo que en verdad necesita.

Una hora después de haber acordado las condiciones del trabajo, Mael cruza la ciudad en una bicicleta nueva, aun le falta practica pero ha superado la etapa de estrellarse. El señor Xammar le había ofrecido un automóvil o una motocicleta cuando Mael le pidió que le proporcionará la bicicleta para poder trasladarse. No acepto pues temía dañar a alguien más con semejantes aparatos, solo necesitaba una manera de moverse por esa enorme ciudad y que no tardara tanto en trasladarse. Xamar le dió un adelanto y ahora iba de camino a Dolce bacio; con aquel dinero le alcanzaría para la renta de alguna habitación y podría pagar con creces la hospitalidad de los Valensi.

Y sobre todo está entusiasmado porque tendrá a su disposición algunos materiales donde podría encontrar una respuesta a su situación, si es que la había. No sabía cómo podría explicar a Celina que había ido en contra de sus deseos, pero ya buscaría la manera. En cualquier caso había acordado con Xamar, que su nieta no se enteraría de su trato.

Por primera vez en mucho tiempo, Mael está tranquilo, parece que las aguas se han asentado y comienza a ver claro.

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