CENIZAS DE LA LUNA – XIA RUNNEL
RESUMEN
Mael, un espĂritu errante, solo desea conocer lo que los humanos llaman amor y Celina solo quiere huir de aquellos que dicen amarla. Es la Ăşltima noche del milenio y sus caminos se cruzan cambiando para siempre su destino.
CAPĂŤTULO 13
Los rayos del sol reflejan los tonos coloridos del vitral, iluminando la biblioteca de la mansiĂłn Xamar, mientras el silencio reina en el lugar. Rafael revisa una vez más el escrito que llevaba redactando desde hace unos meses. A pesar de que lo ha releĂdo, sigue sin sonar correcto para Ă©l; está tan concentrado que no escucha a Gabriel llamarlo. No es hasta que aquel hombre está frente a Ă©l, que nota su presencia.
—Están aquà —anuncia Gabriel, mirándolo desde el otro lado del escritorio.
—¿Quienes? —pregunta Rafael confundido, y al fin levantando la vista de su trabajo.
—Su hijo y su familia —informa Gabriel que permanece muy quieto y observa el montón de papeles desperdigados por el escritorio—. Los hemos acompañado al salón.
—SĂ. Lo siento, Gabriel, he estado algo disperso. Ahora voy.
El hombre regresa a la puerta principal de la gran biblioteca y Rafael lo sigue con la mirada. Mira una vez más el escritorio y desearĂa continuar con su trabajo, pero esto tambiĂ©n es importante. Rafael toma un sobre del primer cajĂłn y lo guarda con cuidado en su bolsillo.
Al salir de la biblioteca cierra con llave y avanza por el luminoso pasillo. Entonces una figura aparece del otro lado, por un instante Rafael cree estar viendo un fantasma.
—Adela.
Apenas susurra el nombre y se da cuenta que no es ella, la figura camina tan grácil como un hada. Avanza unos pasos más y se da cuenta que es Celina, su nieta. La chica entra admirando el lugar, hasta que se topa con su mirada.
—Hola, abuelo —dice ella y acorta la distancia en unos cuantos pasos, como si flotara sobre el piso.
Celina está en la compañĂa de ballet que su fundaciĂłn financia, es una gran bailarina y Ă©l ha ido a verla en algunas presentaciones. El parecido con Adela lo desconcierta, sin embargo, algo en su esencia le indica que no es la misma persona que ha perdido hace tantos años.
—Nina, ¿Viniste con tu padre? —pregunta solo por decir, es obvio que vino con su familia.
—Claro están esperándote, pero yo querĂa ver tus pinturas. —dice sonriente y Rafael la recuerda como cuando era más pequeña; solo un parpadeo y ha crecido tanto. La chica observa alrededor, el pasillo tiene las más preciadas obras que le pertenecen a Rafael —¿Esta es nueva?
Celina señala un gran cuadro donde predominan los colores oscuros, como una gran mancha que se precipita sobre pequeñas figuras humanas.
—Recientemente pude recuperarla —Rafael piensa en todo lo que ha tenido que hacer para poder tener esa pintura con él. —¿Qué te parece?
—Inquietante —y Celina observa más de cerca — pero muy hermosa.
—Lo mismo creo. Turner ha logrado plasmar la fuerza de la naturaleza y su caótica belleza.
—¿Es amigo tuyo?
—No, pero me habrĂa gustado conocerlo en persona. Ahora solo queda su arte —Celina continĂşa observando las demás obras del pasillo y Rafel recuerda lo que querĂa decirle. Lo duda un instante, pero confĂa en su decisiĂłn y saca un sobre. —Nina, puedo pedirte un favor —Celina hace un gesto, claro está que no esperaba que su abuelo le pidiera algo. —Si vuelves a ver a tu amigo Mael —y ella reacciona ante el nombre —¿puedes darle este mensaje?
Rafael le presenta el sobre y ella lo toma un instante después.
—En realidad no somos amigos abuelo, y no lo he vuelto a ver.
—No te preocupes, solo quiero ofrecerle un trabajo y no he podido encontrarlo. El dĂa de tu fiesta ya no pude hablar con Ă©l.
—Tuvo que irse —dice Celina y sus ojos parecen inquietos, Rafael intuye que hay algo más. —No se sà sea una persona en la que se pueda confiar.
—El dĂa que lo conocĂ me parecĂa que sĂ, pero ya veremos.
—¿Qué tipo de trabajo?
—Necesito alguien que me ayude con unos documentos y Ă©l parece saber de poesĂa y habla muy bien japonĂ©s.
—Mael habló con Haruto, o seo creo.
—¿QuiĂ©n es Haruto? —pregunta Rafael, si hay otra manera de contactar a Mael podrĂa intentarlo.
—Mi… bueno, mi papá lo asignĂł para cuidarme. Está aquĂ, si quieres hablar con Ă©l.
—Claro Nina, gracias. —dice para zanjar el tema, Rafael no necesita hablar con el agente de seguridad que él mismo contrató.
Nicolas no tenĂa recursos para solventarlo y cuando acudiĂł en su ayuda asignĂł a Gabriel para que fuera dispensado el dinero que fuera necesario. No confiaba en Nicolas, habĂa dado pruebas de ser pĂ©simo administrador, dejándose guiar por banalidades materiales.
—Señor, lo esperan en el comedor —Gabriel reaparece en el pasillo interrumpiendo los. Celina guarda el sobre en el pequeño bolso que lleva y Rafael espera ver frutos de este encuentro.
—Ahora vamos —ordena a su nieta y juntos recorren el camino hacia el comedor, donde ya los espera el resto de la familia Xamar.
—Rafael, que gusto verte de nuevo —dice Elizabeth en cuanto los ve entrar a la estancia. La mujer de Nicolas lleva un vestido tan ceñido que parece a punto de reventarle, Ă©l le sonrĂe a modo de saludo y se acerca a una de las butacas más cercanas. Nicolas se sienta a su izquierda; mientras Eliz y Shane van al otro lado de la mesa.
Celina se sienta a su lado y frente a su padre, sin duda, la chica lleva los genes de Adela.
—Adelante, disculpen la demora —dice Rafael para que sus invitados puedan comenzar a degustar la entrada que les han servido.
—Papá está todo igual que siempre —Rafael se estremece ante la palabra, pero disimula tomando un trago de agua—, excepto por la fuente, ¿has cambiado la estatuilla? —pregunta y Rafael mira por la ventana. En realidad no recuerda cuando se construyó esa fuente o si la han remodelado.
—No tengo idea —dice sinceramente y nadie hace otro comentario. Solo se puede escuchar el sonido de los cubiertos.
Nicolas se sume en su habitual silencio, sin duda sigue empeñado en que la fusiĂłn con la compañĂa de Barragán es la soluciĂłn para sus problemas financieros. Están orgullosos como cuando era niño, piensa Rafael, y se ha cansado de solucionarle la vida. Aunque eso solo le ha traĂdo aĂşn más problemas, esta parte tratará de convencerlo, aunque le ha dado el espacio sabe que Nicolas no pedirá su ayuda. No lo hizo cuando más necesitaba, menos aĂşn que el buitre de SalomĂłn Barrgán haya ofrecido una alternativa. Rafael creĂa que si volvĂan a pasar más tiempo juntos verĂa que la mejor opciĂłn era Ă©l.
—Shane, cuéntale a tu abuelo sobre tu proyecto —dice de pronto Eliz, cortando el silencio. Rafael mira por primera vez a la chica, que se queda boquiabierta.
—Eh… no creo que le interese —dice la chica y mira directamente a Rafael.
La hija de Eliz, la niña con la que llegĂł a su familia, siempre ha sido un desafĂo. Rafael la recuerda como una niña inquieta y rebelde, por lo visto sigue siendo igual. Aunque Eliz intentaba que ellos convivieran, Shane lo evadĂa; por lo que Rafel estaba agradecido.
—No seas tĂmida —insiste Eliz y levanta los ojos al cielo —Está creando su propia agencia de modelaje, mi niña será una gran empresaria igual que su padre —dice y la palabra queda flotando en el aire.
El padre de Shane, biolĂłgicamente hablando, era un exguitarrista que ahora solo aspira a conseguir las drogas que le alejen de su vida miserable. Rafael podrĂa haberse encargado del asunto, sin embargo, algo le ha enseñado la vida, es que sus intervenciones pueden convertirse en un desastre, y tarde o temprano tendrá que pagar por ello. Un dĂa decidiĂł ayudar a una chica en un bar y ahora tenĂa que aguantar a toda esta gente y su descendencia.
—Te irá muy bien Shane —dice Celina con un tono muy bajo. Rafael le molesta como la chica se encoge al hablar, Adela era de un carácter fuerte y lo enfrentaba a la menor provocaciĂłn. Su nieta en cambio, parecĂa pedir perdĂłn por existir.
—PodrĂa aportar algo, si es que tienes ya un plan de negocios —dice Rafael.
—No es necesario —dice Shane con un gesto que arruga su frente y mirando su plato —Tengo todo bajo control, pero gracias —dice mirando a su madre que al parecer le ha hecho una seña.
—Y Nina bailará en abril La bella durmiente —dice Nicolas muy contento y hace una seña para brindar con su copa. Rafael nota que es la tercera que se ha servido.
—Si es que su esposo lo permite —recalca Shane aunque sigue partiendo la carne de su plato, quizás con una demasiada fuerza.
Celina, se queda muy quieta y Rafel nota el anillo de diamante que lleva en la mano. SabĂa que el hijo de SalomĂłn Barrgán y ella tenĂan una relaciĂłn, y que se habĂa anunciado su compromiso en Año Nuevo; sin embargo, no pudo contenerse.
—Vas casarte con él —dice cómo afirmación y no como pregunta. La chica abre mucho los ojos pero solo observa la nada.
—Si —dice y Rafael se estira para tomar su mano. Ella lo mira.
—¿Lo amas?
—Claro que lo ama —interrumpe Eliz del otro lado de la mesa, aunque Rafael no deja de mirar a Celina, esos ojos tan parecidos a los de su Adela.
—No tienes que hacerlo si no quieres.
—¡Papá, pero si ya están comprometidos! —dice Nicolas en un grito.
—¡Callate! —Rafel mira a Nicolas y se recuerda tenerle paciencia, por Adela —Lo siento.
—Señor —lo llama Gabriel a su espalda —Lo llaman de la fundación.
Rafael da un suspiro, aprieta la mano que aĂşn sostiene de Celina y ella le dedica una sonrisa a lo que Ă©l corresponde.
—Disculpen, debo atender un asunto —dice, porque sabe que es una emergencia o Gabriel no lo habrĂa venido a buscar —Ahora regreso —dice mientras se pone en pie.
Rafael recorre el pasillo de nuevo para llegar a la biblioteca, abre la puerta con la llave y vuelve a cerrarla cuando Gabriel ha entrado detrás suyo. Ingresa el código en uno de los libros que está sobre su escritorio y la puerta detrás de él se acciona. Mostrando una profunda escalera.
Al bajar Rafael y Gabriel se encuentran con un túnel que lo lleva a la cámara que resguarda celdas excavadas en el suelo.
—¿Qué ocurre? —pregunta Gabriel al llegar junto a Dimael.
—Lo encontramos.
Rafael se acerca a la celda subterránea y entonces ve al hombre de unos cuarenta y tantos, permanece hecho un ovillo desnudo. A su alrededor llámese un montón de ceniza, con el piso ennegrecido.
—Viamel —lo llama Rafael y el sujeto sólo puede alzar un poco la mirada. —Creà que estabas listo para unirte a nosotros.
—Si lo estoy, solo querĂa.. — dice con una voz ronca.
—Si has escapado, entonces no lo estás —determina Rafael, Viamel tiembla pues sabe lo que le espera. —Vuelve a quemarlo —ordena con voz gélida.
—No, espera. Estoy listo, en serio.
Rafael se vuelve, quita del paso a Dimael y jala una pala que acciona un mecanismo. Toda la celda queda cubierta de un lĂquido.
—Te lo juro Rafael, no volveré a escapar.
Rafael saca una caja de fósforos de su bolsillo y enciende uno, observa la llama y se maravilla con el calor que puede sentir en sus dedos; mientras Viamsel sigue gritando que le promete no huir, que se unirá a ellos.
—¡¿Qué quieres de m�! —pregunta Viamsel aferrándose a los barrotes e intentando salir aunque sabe que es imposible —Rafael, por favor, ¿qué quieres que haga?
—Que supliques unirte a nosotros, que entiendas que ahora este es tu camino, lo quieras o no.
Y Rafael lanza el cerillo incendiando toda la celda, mientras Viamsel grita de dolor.