CENIZAS DE LA LUNA – XIA RUNNEL
RESUMEN
Mael, un espĂritu errante, solo desea conocer lo que los humanos llaman amor y Celina solo quiere huir de aquellos que dicen amarla. Es la Ăşltima noche del milenio y sus caminos se cruzan cambiando para siempre su destino.
CAPĂŤTULO 12
Celina estira tanto como puede la pierna, lleva un rato calentando y prueba hacer una pirouette, gira sobre su pierna intentando mantener el equilibrio. Tal como lo hizo esa mañana, sin embargo, apenas logra unos giros y debe volver a la posición inicial.
Mantiene aquella pose mientras observa el edificio de enfrente. Aunque vive en el piso más alto, no puede ver más allá de la ciudad, ya pasa de la media noche y algunos de los departamentos del otro lado aún permanecen con luces prendidas. Celina se pregunta si alguien más como ella está en movimiento por no querer estar en su propia mente.
Regresa a la posición inicial y lo intenta de nuevo. Un golpe suave se escucha en su puerta, pero la chica sigue en su rutina: pirouette, arebesque, pirouette. El intruso observa, pero no la interrumpe, sabe quién antes de que hable.
—Feliz cumpleaños —dice él cuando Celina realiza un battement fondu.
La chica se gira para mirarlo, está apoyado en la puerta de su habitación, lleva la camisa y corbata negras, es toda una sombra. Sus ojos grises la encuentran y Celina se pregunta cuándo dejará de parecerle tan atractivo, los ojos de Cameron delataban sus intenciones.
—¿Qué haces aqu� —pregunta Celina cansada.
Se supone que Ă©l estaba con su padre en alguna reuniĂłn de negocios o eso habĂa dicho, por lo que no llegarĂa hasta mañana.
—No quise perderme tu cumpleaños —dice mientras da unos pasos como felino.
Celina se recarga sobre la barra de madera donde practica. No lo detiene, ni le pide que salga de su habitaciĂłn, su olor invade todo y ella no puede evitar que su cuerpo reaccione. Cameron toma su barbilla y le da un beso suave en los labios.
—Pasan de las doce, técnicamente ya no es mi cumpleaños —dice ella burlándose contra sus labios.
—En alguna parte del mundo sigue siendo tres de diciembre —argumenta aún muy cerca de su boca.
El chico huele ligeramente a manzanilla. Cameron ama el té, recuerda ella, lo conoce tanto.
—¿Vas a seguir practicando? —pregunta Cameron sobre su oĂdo.
La chica ya no puede resistirse, su cuerpo se estremece por la ansiedad de quitar cada capa de ropa que hay entre ellos. Nunca ha probado ningún tipo de droga, pero está segura de que es adicta, y Cameron lo sabe. Celina tiene claro que no es bueno para ella, sin embargo, la hace sentir tan bien.
Él besa su cuello, logrando que ella se suelte de la barra y, en cambio, se aferre a su cuerpo con ambos brazos. Es la señal que necesita para tomarla entre sus brazos mientras se le nubla el pensamiento y recorre el territorio que conoce de memoria. Celina no quiere pensar y Ă©l es una excelente distracciĂłn. Tal vez Cameron a veces puede no estar presente, o no prestarle atenciĂłn, pero cuando están asĂ, ella es todo su universo; y sabe exactamente cĂłmo llevarla al Ă©xtasis.
Por una milĂ©sima de segundo la chica piensa en detenerlo, decirle que este dĂa ha sido una mierda. Contarle la verdad sobre Mael, cĂłmo la engañó, y aĂşn no tiene idea de cuáles eran sus intenciones. Gritarle sobre lo furiosa que está con Ă©l, por no aparecerse antes, sobre todo en la fiesta de cumpleaños de la que se supone que va a ser su esposa. O cĂłmo tuvo que dar mil excusas sobre su ausencia, aun sin conocer la verdadera razĂłn por la que no llegĂł. PodrĂa contarle cĂłmo Ailed la acompañó todo el dĂa y cĂłmo, afortunadamente, Shane se volviĂł el centro de atenciĂłn.
PodrĂa haberlo hecho, en cambio, deja que Ă©l la lleve a la cama, que está a unos metros; y cuando Ă©l se desliza hasta su parte más sensible, ya ha olvidado por quĂ© era tan mala idea sucumbir a sus deseos.
Celina despierta y todavĂa no amanece. Cameron duerme a su lado, ahĂ en su cama que es bastante amplia, Ă©l parece invadirlo todo. Es tan sĂłlido y cálido, que se permite cerrar los ojos de nuevo, no quiere despertar y enfrentarse a los acontecimientos. Pero su mente la traiciona y no puede volver al mundo del ensueño, trata de levantarse; Ă©l se da la vuelta y la abraza sin despertarse. Celina lo mira dormir, preguntándose, cĂłmo es que podĂa quererlo y odiarlo al mismo tiempo.
Cameron Barragán habĂa estado siempre en su vida, sus familias habĂan convivido durante años, Celina podĂa recordar al niño flacucho que habĂa sido. Cameron era un niño inquieto, inteligente y parecĂa no cansarse nunca. Se la pasaba corriendo por todos lados y tenĂa un montĂłn de amigos, de cierta forma, aĂşn es asĂ. En las reuniones siempre la molestaba, le hacĂa bromas que a ella no le daban gracia. Cuando sabĂa que Ă©l estaba cerca, trataba de alejarse, era fácil ubicarlo. Cameron siempre estaba rodeado de niños y entre ellos sus dos hermanos menores. Celina lo evitaba, pero de algĂşn modo Ă©l siempre la encontraba.
AsĂ fue hasta que un dĂa de campo, Celina se alejĂł de los otros niños, era muy tĂmida y estaba acostumbrada a jugar sola; ya que Shane siempre la rechazaba. Celina caminaba por la orilla del bosque cuando de pronto cayĂł en una zanja poco profunda, no se habĂa lastimado, pero se quedĂł llorando, estaba enojada y triste. Entonces Cameron apareciĂł y sin pensarlo saltĂł para ayudarla.
—¿Estás bien? —preguntó Cameron cuando llegó a su lado.
Celina no dejaba de llorar y enterrĂł la cara en entre sus brazos para que no la viera. En realidad, Celina podĂa salir sin problema, pero no querĂa. CreĂa que todos se burlarĂan.
—Entonces esperaremos aquà hasta que alguien venga —dijo el niño.
Y se quedĂł a su lado, solo lanzando piedras fuera de la zanja hasta que la madre de Cameron fue a buscarlos.
Desde ese momento, Celina pensĂł que tal vez no era tan horroroso y notĂł que su sonrisa era bonita. Ya no le disgustaba que Cameron la buscara, ni que quisiera jugar con ella, incluso la defendĂa de Shane.
—Su nombre es Celina.
—Pues yo le digo, Nina, cara de sapo —respondió Shane con su muñeca bajo el brazo, aquella que nunca le prestaba a Celina.
—Pero ella no quiere —replicó el chico y ambos voltearon a verla.
Cameron era el Ăşnico que la llamaba por su nombre completo, para su familia y todos los que la conocĂan era Nina. Siempre se sentĂa más fuerte cuando estaba con Ă©l.
Hasta que un dĂa, Diana, la madre de Cameron, falleciĂł a causa de una enfermedad en la sangre. AsĂ que el señor Barragán, su padre, enviĂł a sus tres hijos con su tĂa. Pasaron tres años en los que no supo nada de Cameron. Incluso se habĂa olvidado de Ă©l.
Su vida estaba enfocada en el ballet y en lograr ser tan buena como las demás chicas, Celina se esforzaba tanto para que nadie pensara que estaba ahĂ por su abuelo y no por sus propios mĂ©ritos. No pensĂł en Cameron hasta que un dĂa regresĂł.
Estaba muy cambiado, habĂa crecido una barbaridad y como era parte del equipo de nataciĂłn, se habĂa puesto en forma dejando atrás el cuerpo escuálido de niño y Celina, por primera vez, deseĂł que pasaran más tiempo juntos, sin embargo, no fue asĂ.
Él tenĂa sus propios amigos y ya no la buscaba, ni siquiera en las fiestas de sus padres donde coincidĂan. ParecĂa como si nunca se hubieran conocido. Celina creyĂł que asĂ era mejor, el chico se habĂa olvidado de ella, y con el tiempo dejĂł de importarle que Cameron no le hablase.
Entonces Theodor Cazares, uno de los amigos de Cameron, comenzĂł a prestarle atenciĂłn. En la clase de fĂsica, mientras realizaban un repaso para el examen final, el chico simplemente se sentĂł junto a ella y comenzĂł a hablarle. Theo no era su amigo, ni nada por el estilo, asĂ que Celina estaba desconcertada, creyĂł que se habĂa equivocado de asiento o la habĂa confundido.
—Oye, ¿puedes ayudarme con esto? No logró entenderlo.
Y de verdad no entendĂa nada, pero mientras ella trataba de explicarle, Ă©l se dedicĂł a mirarla y de pronto le rozĂł la mano.
Celina nunca habĂa tenido novio, las pocas veces que intentaba hablar con algĂşn chico solo se ruborizaba y se quedaba sin saber quĂ© decir. Y ser hija de Nicolás Xamar no le ayudaba en nada, todos parecĂan saber algo sobre ella, pero Celina no sabĂa nada de los demás.
Y ahĂ estaba Theo, a su lado, con los dedos sobre su mano, Celina estaba congelada. El chico era guapo, de acuerdo con los comentarios de sus compañeras, aunque ella no habĂa pensado en Ă©l más allá de ser su compañero de clase. Celina tratĂł de concentrarse y continuĂł hablando sobre cĂłmo aplicar la fĂłrmula del lanzamiento oblicuo. Dos segundos despuĂ©s, Theo desapareciĂł de su sitio, Cameron habĂa movido la silla con el chico aĂşn sentado, y colocĂł otra silla.
—¡Ey Theo! Deja a mi chica en paz —dijo Cameron con una sonrisa de suficiencia.
—¿Tu chica? —preguntó Celina cuando pudo reponerse de la sorpresa.
El chico llevaba meses en la escuela y no le habĂa dirigido ni una mirada y ahora estaba ahĂ sentado como si nada.
—Claro, pero creo que lo importante es que la fĂłrmula que empleaste está mal —ella revisĂł sus apuntes; y sĂ, estaba mal.
Con Theo tan cerca, Celina se desconcentrĂł y habĂa aplicado incorrectamente la fĂłrmula.
Pasaron el resto de la clase repasando algunos de los temas que vendrĂan en el examen y de pronto era como si Cameron nunca se hubiera ido de la ciudad. El chico hablaba y sonreĂa, se burlĂł de lo mimada que era ella cuando niña y Celina le recriminĂł sobre la vez que se comiĂł todos los pastelitos, dejando sin nada a los demás.
Al terminar la hora de clase, tomaron sus cosas y salieron. Ya en el pasillo, cuando Celina pensĂł que todo volverĂa a ser como antes, Cameron le pasĂł un brazo sobre los hombros mientras seguĂa hablando con sus amigos. Durante ese dĂa la acompañó a sus clases y en las que coincidĂan se sentaba junto a ella, aunque no hablaron mucho más, Cameron tenĂa amigos en todas partes y se la pasaba bromeando con ellos.
Al final de la Ăşltima clase la tomĂł de la mano, Celina sintiĂł desvanecerse en ese momento. Salieron juntos de la escuela, la chica pudo ver al final de la calle el auto de su padre; Shane ya estaba subiendo y el chofer la esperaba.
—Tengo que irme —dijo titubeando, pues no querĂa soltar la mano del chico.
Cameron dejĂł de avanzar, se girĂł hasta quedar frente a ella, tomĂł su rostro entre sus manos y se inclinĂł para besarla; pero en el Ăşltimo instante se detuvo, estaba a unos milĂmetros de sus labios y el corazĂłn de Celina palpitaba a mil por hora. PodĂa sentir su aliento cálido y finalmente ella lo besĂł; a su manera, Cameron habĂa preguntado si querĂa estar con Ă©l.
Celina nunca se lo dijo, pero esa fue la primera vez que besĂł a alguien. Sus labios eran tan suaves, podĂa sentir la fuerza de su cuerpo y lo alto que era. Cuando Ă©l se separĂł, Celina notĂł que tenĂa sus brazos alrededor del cuello del chico y lo soltĂł apenada.
—Te veo mañana —dijo con una sonrisa tan amplia que Celina quiso desaparecer y se alejó hacia el auto de su familia, evitando mirar atrás.
A partir de ese dĂa, Celina pasĂł a ser la novia de Cameron, y a formar parte de su grupo de amigos. ResultĂł que eran divertidos, algo simplones, pero tenĂan un tipo de amistad que Celina nunca habĂa conocido.
—Es muy lindo —dijo su madre durante una fiesta de Halloween.
Cameron iba disfrazado de Superman y la miraba del otro lado del salĂłn. En las reuniones de sus familias, el chico se comportaba y solo hablaban, pero ya todos notaban que estaban juntos.
—No dejes que tu padre lo sepa —le aconsejó su madre y le guiñó el ojo—. Sigue siendo un Barragán.
En ese momento, Celina no lo entendĂa, pero los amigos de su padre, no tenĂan buena opiniĂłn del padre de Cameron. HabĂa conseguido su fortuna con un nuevo tipo de negocio de computadoras, era lo que llamaban un golpe de suerte; incluso su padre lo veĂa con recelo como si de pronto SalomĂłn fuese a robarle todo lo que poseĂa.
—No tengo nada que hablar con Ă©l —dijo su padre a su madre, cuando Cameron se presentĂł una noche en la casa de Celina; querĂa llevarla a una fiesta, pero ella no tenĂa permitido salir de casa sin compañĂa de su familia.
Cuarenta minutos más tarde, Celina bajaba en el elevador de la mano de Cameron. No solo su padre habĂa accedido a que saliera con Ă©l, sino que lo habĂa llamado, un chico visionario. Ella estaba contenta por salir de noche por primera vez y Ă©l porque habĂa obtenido la aprobaciĂłn de Nicolás Xamar.
De un momento a otro su relaciĂłn parecĂa cada vez más formal y sus padres habĂan cambiado mucho con ella: Celina podĂa salir todos los dĂas en compañĂa de Cameron. Si iba con Ă©l, sus padres no hacĂan preguntas, es más, se alegraban y ella conociĂł por fin lo que era sentirse libre de todas las formas posibles, lo amaba y confiaba en Ă©l.
Celina creĂa que toda su vida estaba en orden, hasta que un dĂa, durante una fiesta, Rosa, una de las amigas de Cameron, la acorralĂł en el baño.
—¿En serio eres tan ingenua? —le preguntĂł tambaleándose, olĂa a alcohol y era claro que habĂa bebido de más— ÂżCrees que eres especial? La chica de Cam, mejor dicho, la idiota de Cam.
—¿Qué quieres decir? —preguntó Celina, pero una de las chicas llegó y se llevó a Rosa, a pesar de sus protestas.
—¡PregĂşntale a ese imbĂ©cil! —gritĂł Rosa, aunque ya no podĂa verla.
Claro que cuando confrontó a Cameron nego saber de qué se trataba.
—No sé, Celina, estaba borracha. Rosa siempre está borracha —dijo él, aunque no la miraba.
Celina seguĂa dudando, asĂ que fue con Shane. Si de algo estaba segura, es que su hermana sabĂa todo sobre la vida de los demás.
—Nina, ¿en verdad quieres que te lo diga? ¿O quieres seguir teniendo la imagen de tu novio?
—Dime la verdad, Shane, por favor.
—Ay, Nina, todo el mundo lo sabe. Pero creo que es mejor que te enteres por mĂ. Rosa estaba embarazada.
—Va a tener un hijo de Cameron.
—No, Nina, estaba. Aunque podrĂa haber sido de Cameron, pero deberĂas preguntarle tĂş.
Celina pasĂł el resto de la semana sin ver a Cameron, el chico tal vez la evitaba, y ella se dio cuenta de otra cosa. Sin Ă©l no podĂa salir a ningĂşn lado, el chofer la llevaba a la casa, la escuela, los ensayos y nada más. TratĂł de salir por su cuenta, pero eso no lo permitirĂan sus padres.
—Ni hablar —dijo su madre cuando le preguntĂł si podĂa ir a comprar unos pasteles de Dolce—. ÂżShane va contigo? —preguntĂł y su hermana negĂł con la cabeza sin quitar la vista de la revista que miraba.
—Puedo ir yo sola —aseguró Celina, pero no hubo manera de que su madre accediera.
Cuando fue a ver a su padre, este le preguntó por qué no iba con Cameron.
Al dĂa siguiente Celina buscĂł a Cameron, pero no le preguntĂł más. El chico se veĂa tenso y preparado para discutir, pero Celina solo se sentĂł a su lado mientras la clase de InglĂ©s daba inicio. Cameron la tomĂł de la mano al salir del aula, y todo siguiĂł como antes, Celina no iba a renunciar a la libertad que tenĂa a su lado.
Ese mismo año, Celina pudo irse de vacaciones con la familia de Cameron, solo los tres hermanos y ella visitaron a su tĂa. La vida con Cameron era tan distinta que ella dejaba de pensar en las cosas que no le agradaban, podĂa ser peor. AsĂ, sin darse cuenta, habĂa pasado el tiempo y ahora estaba a punto de casarse con Ă©l.
—¿En qué piensas? —pregunta Cameron a su lado, sacándola de sus pensamientos.
—Que ya es tarde.
—¿Qué hora es? —pregunta él mirando hacia las ventanas, toda la habitación está envuelta en tonos azules y grises.
—Son las cinco veinticuatro —responde ella despuĂ©s de mirar el reloj que tiene en la cĂłmoda junto a la cama—. DeberĂas irte antes que mis padres se levanten.
—Descuida se como escabullirme.
Él se acerca más y mete una mano bajo su camiseta.
—Cam, tenemos que hablar —él le besa el cuello—. Cameron, en serio quiero hablar contigo. Deja de hacer eso y escúchame.
Celina se sienta en la cama, tiene que poner cierta distancia si quiere tener esa conversación, aunque ya está de mejor humor. La chica se pregunta cómo puede cambiar tanto su estado de ánimo cuando Cameron está presente.
—De acuerdo, hablemos —dice él mientras se sienta —. Pero linda, ¿qué voy a hacer con esto? —y señala el bulto que se forma claramente bajo la sábana. Celina se siente tentada a dejarlo para después.
—¿PodrĂa contarte cĂłmo tu abuela me dio dinero para comprar un atuendo para la noche de bodas. Supongo que ella sĂ esperĂł a casarse para…
—¡Oh, basta! Acabo de imaginar a mi abuela en lencerĂa. En serio, sĂ que sabes cĂłmo matar el romance.
Celina rĂe mientras Cameron se pone de pie, no lleva calzoncillos asĂ que puede observar su cuerpo de nadador.
—Y ya que no quieres nada de esto —dice señalándose a sĂ mismo—. TendrĂ© que darte tu otro regalo —y se acerca al borde de la cama donde habĂa aventado su mochila de viaje.
—¿Y cuál fue mi primer regalo? —pregunta Celina, divertida y curiosa por saber quĂ© le regalarĂa.
Él no es un chico detallista; y quizás es el tercer regalo que le hace en todo su tiempo juntos. Cameron se sienta a su lado cuidando de que no vea el objeto que oculta.
—Ignoraré tu comentario, porque sé que disfrutaste tu regalo, ¿en qué? ¿Tres ocasiones?
Le da un beso en la mejilla y pone una caja dorada en su mano.
—Esto es demasiado pesado para ser un anillo —dice ella recordando que Cameron le prometió darle un anillo de compromiso.
Celina aĂşn no se atrevĂa a llevarlo, puesto asĂ que Ă©l volviĂł a poner el anillo de su madre en la cadena y que ahora descansa en su pecho.
—No, no es un anillo, ese aún te lo debo —dice y ella abre la pequeña caja forrada de papel dorado.
Celina sabe que es un casete, pero hasta que termina de devolverlo ve la cara de Cerati en una portada azul.
—¿En serio? Gracias.
Cameron se acerca para besarla, pero se detiene antes de tocarla. Esperando, Celina termina de acortar la distancia y sus labios se unen.
Celina se levanta para colocar la cinta en un estero pequeño que está en la cómoda al lado de la cama. Regresa a su lugar al lado de Cameron y juntos escuchan las primeras notas. Él la abraza y ella termina con la espalda sobre su pecho.
Cuando Puente inicia, Cameron comienza a cantar, no lo hace tan mal y ella no puede creer que conozca la canciĂłn, pero no dice nada, pues teme que deje de hacerlo.
Cuando la Ăşltima nota deja de sonar, Ă©l le pone un anillo frente a los ojos; es dorado con un diamante en forma de corazĂłn, y los rayos del sol que entran por la ventana le arrancan destellos.
—¿Esto es lo que querĂas? —pregunta el chico que aĂşn la abraza.