CENIZAS DE LA LUNA – XIA RUNNEL
RESUMEN
Mael, un espĂritu errante, solo desea conocer lo que los humanos llaman amor y Celina solo quiere huir de aquellos que dicen amarla. Es la Ăşltima noche del milenio y sus caminos se cruzan cambiando para siempre su destino.
CAPĂŤTULO 2
Si Celina pudiera elegir, elegirĂa ser libre; si pudiera ser libre, vivirĂa bajo sus propias reglas, y si pudiera alejarse, lo dejarĂa todo.
Celina camina detrás de Eliz, su madre, mientras los tacones de la mujer repiquetean contra el suelo de mármol. Silvia, la empleada domĂ©stica, las sigue sin emitir ruido alguno. Las tres mujeres avanzan hacia el asesor, ya que el hogar de su familia se encuentra en el Ăşltimo piso de un edificio en el centro de la ciudad. Aunque la vista es increĂble, a Celina no deja de parecerle una prisiĂłn.
—El chofer pasará por ti, Nina —dice Eliz cuando llegan al final del pasillo.
Su familia la llama Nina, ya que su hermana mayor solo podĂa pronunciar su nombre asĂ, tan solo tienen tres años de diferencia.
—No llegues tarde, tu padre y yo te veremos en el salón.
Los números en el panel indican que el asesor aún está en la planta baja y tardará en llegar. Eliz continúa con su monólogo, mientras su hija asiente cuando es debido y Silvia aguarda a un lado, quieta como una de las estatuas del pasillo. Todas son esculturas de ángeles, Eliz está obsesionada con ellos.
Los ojos de Celina se encuentran con los de Silvia, quien desvĂa la mirada de inmediato. Hubo un tiempo en que Celina trataba de congeniar con los empleados; pero esto solo contribuĂa a que fueran despedidos, pues en palabras de su madre, “no se les paga por socializar”. No es que su madre necesitará ayuda para encontrar motivos.
—Nina, pon atención. No quiero tener que enviar a alguien a buscarte. No sé cómo tu padre permitió que fueras.
Eliz habla sin parar y, aunque Celina está atenta, prefiere no interrumpirla, ni contradecirla; es tarde y no quiere demorarse aún más. De algún modo todo le ha salido bien hasta el momento y esta noche podrá asistir a una fiesta con su mejor amiga.
—En mi opiniĂłn, Cameron deberĂa venir por ti —demanda Eliz molesta.
Celina se tensa por la menciĂłn de su novio, el que supuestamente la acompañará a la fiesta. El padre de Celina solo ha accedido a dejarla ir asumiendo que Cameron la acompañarĂa y ella no ha hecho nada por corregirlo.
—Si asĂ es contigo ahora, imagĂnate cuánto se casen.
Eliz deja de mirar a su hija y se acomoda el vestido frente al enorme espejo, se ve hermosa, aunque no deja de fruncir el ceño, marcando aĂşn más la lĂnea de expresiĂłn que tanto detesta.
—Aun asĂ, es un buen partido, Nina. ¡No pongas esa cara, o te saldrán arrugas!
Celina no planea casarse con Cameron, ni siquiera sabe si seguirán juntos para cuando termine el verano y él se mude al extranjero.
—No olvides el teléfono.
—Ya lo llevo, mamá —Celina responde en un tono bajo, mientras el timbre anuncia que el ascensor está a punto de llegar a su piso.
—Y no olvides…
En ese momento, la puerta del ascensor se abre dejando al descubierto a dos inesperados pasajeros y a Celina se le cae el alma al suelo.
—¡Salomón! ¡Qué maravillosa sorpresa! Has llegado temprano —entusiasmada Eliz saluda al hombre de mediana edad que está en el interior del ascensor, y no viene solo, Cameron está a su lado.
Esta noche la familia de Celina celebrará su tradicional fiesta de fin de año en el salĂłn privado de su edificio y sus padres han invitado a la mayorĂa de sus amistades y algunos socios de su padre. Incluyendo a SalomĂłn Barragán y sus tres hijos. El menor de ellos, Cameron, novio de Celina. El chico que deberĂa estar subido en un aviĂłn y no mirándola confundido.
—Asuntos de negocios, querida —dice Salomón al entrar y saludar a Eliz con un beso.
Lo mismo hace con Celina, aunque ella desearĂa evitarlo, aquel hombre nunca le ha caĂdo bien.
—Acaso hay otros asuntos que no sean negocio —dice Eliz sonriente y SalomĂłn rĂe.
—Vaya, es la viva imagen de los ángeles —dice el hombre con su sonrisa torcida y mirando a Celina.
La chica va disfrazada con alas sintéticas y una aureola metálica, lo cual le hace sentirse fuera de lugar en ese momento, ya que es la única que lleva disfraz.
—Pero Cameron, no te quedes ahĂ, entra, querido —dice su madre al chico que sigue recargado en el marco del ascensor con su sonrisa divertida al ver a Celina—. ÂżNo se verĂan en la fiesta? —pregunta Eliz desconcertada. Cameron y Celina cruzan miradas, lo que es suficiente para que Ă©l entienda la situaciĂłn.
—SĂ, solo que mi padre venĂa hacia acá y decidĂ sorprenderla —dice el chico con la más encantadora de sus sonrisas.
El señor Barragán estaba a punto de decir algo cuando se escucha del otro lado del pasillo la voz del padre de Celina.
—Salomón, qué bueno que has podido venir antes, y ¿qué hacen todos aquà en el pasillo? —pregunta el padre de Celina al encontrarlos frente al elevador.
Lleva puesto un traje nuevo a medida y se ha afeitado. Lo que alegra un poco a Celina, ya que las últimas semanas lo ha visto deambulando por la casa, desaliñado y preocupado. Nicolás Xamar no es de los que hablan de sus problemas, menos aún con su hija menor. El padre de Celina tiene una calvicie prominente, aunque no deja de ser un hombre bien parecido y más cuando está tan animado. Siempre aparenta tener todo bajo control. Celina se siente menos preocupada por él, ahora por lo menos no lleva un vaso de whisky en la mano.
—Silvia prepara unos tragos —dice Nicolás y la empleada obedece de inmediato a pesar de la mueca que hace su esposa.
—De hecho, nosotros ya nos Ăbamos —dice Cameron ofreciendo su brazo a Celina como todo un caballero de otro tiempo.
Ella lo toma un momento después; pero no puede evitar poner los ojos en blanco, aunque solo él puede verlo.
—Fue un gusto verlo, señor Xamar.
—Claro, Cam, nos vemos en la cena —dice Eliz al tiempo que el señor Xamar intenta decir algo, pero se lo guarda.
Mientras, Celina y el chico desaparecen en el ascensor, dejando a sus padres con sus asuntos. Cameron no dice nada hasta que el ascensor cierra sus puertas, reflejando a la encantadora pareja que forman ambos.
—¿PodrĂas recordarme a quĂ© fiesta vamos? Creo que lo he olvidado —dice Ă©l sonriendo.
Sin embargo, Celina percibe su enfado y suelta su brazo.
—No te dije por quĂ© se supone que estarĂas tomando un vuelo en este preciso instante —dice Celina y se cruza de brazos, en cierta manera se siente culpable, pero tambiĂ©n enfadada porque tenĂa otros planes que no incluĂan a Cameron.
—Mi padre me pidiĂł que me quedara, aunque no sĂ© para quĂ©, ha estado de mal humor todo el dĂa. TomarĂ© mi vuelo mañana temprano —dice el chico soltando un suspiro.
Cameron, que generalmente se viste de manera más informal, luce mayor con aquel traje. Celina puede verse reflejada en la puerta del ascensor. SĂ, las alas de ángel son un exceso.
—¿Y tus hermanos?
—Joshua llega mañana, fue a casa de un amigo y Dean, volverá hasta la otra semana, está en casa de mi tĂa. ÂżY por quĂ© las alas?
—La fiesta es de disfraces, y las eligió mi mamá.
—Pues te ves preciosa —entonces Cameron se aproxima.
Celina puede sentir la electricidad que emana. Y aunque trata de mantenerse serena, no puede evitar sentirse atraĂda al chico.
—Gracias, Âżpor quĂ© no me dijiste que vendrĂas a la cena?
—No sĂ©, querĂa sorprenderte, Âżpor quĂ© no me dijiste sobre la fiesta? —pregunta en un tono bajo, aproximando su rostro al de ella, casi rozando sus labios—. ÂżY si no es conmigo? ÂżCon quiĂ©n ibas a ir?
Está a solo unos centĂmetros de distancia, pero Celina no piensa avanzar.
—Solo es una fiesta del trabajo de Ailed —ella intenta alejarlo, pero él logra invertir su movimiento y terminan más juntos que antes.
Y aunque Celina piensa por un segundo en resistirse, no lo logra. Los brazos de Cameron la rodean, sus ojos se oscurecen, Celina no deja de mirar sus labios y finalmente lo besa. El tacto de sus mĂşsculos torneados y su aroma a madera la embriagan, y Celina termina enredada entre los besos y las hábiles manos de Cameron. Si hace solo unos segundos lo habĂa empujado, ahora solo desea tenerlo más cerca, y Ă©l lo sabe. Cuando Celina es consciente de lo que su cuerpo hace, ya lo está rodeando con sus piernas y puede sentir la urgencia de ambos.
—PodrĂamos ir a otro sitio, Âża quĂ© hora debes volver? —dice Ă©l contra su cuello, besándolo.
Entonces Celina logra despejar su mente y lo aparta para que la suelte. Cameron lo hace, aunque de mala gana.
—No, vamos a ir a la fiesta. Se lo prometà a Ailed —dice un poco agitada y se acomoda la ropa ante el reflejo de las puertas, al tiempo que observa a Cameron en la superficie—. Además, debemos estar aquà para la cena —dice, aunque no se permite mirarlo directamente y Celina puede percibir su mal humor.
Las puertas del elevador se abren, dejando ver el vestĂbulo del edificio.
—Bien, pero me lo compensarás otro dĂa —dice el chico mientras salen del ascensor.
—¿Por qué?
—Por llevarme a una aburrida fiesta y cubrir tu mentira «angelito».
—Adelante, por mà puedes regresar y aburrirte allá arriba —dice Celina con una sonrisa.
Sabe que Ă©l preferirĂa estar en cualquier otro sitio que con sus padres hablando de viejos tiempos y la terrible situaciĂłn actual. Cameron entrecierra los ojos, pero no replica, en cambio, le abre la puerta hacia la calle y el auto que ya los espera.